Si ETA con el apoyo político de tipos como Díez Usabiaga no hubiera asesinado a mi hermano, seguro que mi madre tendría hoy un hijo que la pasearía como este batasuno pasea a su madre en la horita libre que le permiten sus actividades que, según los tribunales que le condenaron, consistían en rehacer el brazo político de ETA. Además si Alberto y su mujer siguieran vivos como era lo razonable a sus 37 años, estarían criando a sus tres hijos y eso también aliviaría a mi madre que tiene que seguir haciéndolo sin ninguna ayuda por dependencia a sus 78 años.
La excarcelación de Díez Usabiaga ha sido una triste manera por parte de juez Garzón de despedirse de las víctimas de ETA, quienes cada día ven menos claro si en el futuro tendrán garantizada la Justicia que merecen.
Me pongo a temblar cuando oigo a Eguiguren hablar de «pacificación», y me viene a la memoria el durísimo y falso proceso de paz que las víctimas del terrorismo y tantos españoles que nos apoyaban, tuvimos que afrontar la pasada legislatura. Me pregunto si será «pacificación» el nuevo eufemismo de «negociación con organización terrorista» acuñado para esta nueva estrategia negociadora. Ayer nos dijeron que las víctimas mentían o exageraban y hoy nos dicen exactamente lo mismo. La grave coyuntura económica ayuda a desviar la atención de la sociedad y favorece los movimientos en la oscuridad de una negociación indolora. Es demasiado tentador para el Gobierno de Zapatero no volver a las andadas cuando es el único conejo que les queda en la chistera. Pero lo de la «pacificación de ETA» sin nada a cambio no se lo cree nadie, Sr. Eguiguren.
Así, que dejen de tomarnos el pelo y si es lo que creen conveniente siéntense con los encapuchados o con sus portavoces y sean responsables de sus actos como nosotros las víctimas lo fuimos y lo seremos de los nuestros si es que ustedes deciden dar a ese «mundo abertxale» como le gusta llamar a los etarras, lo único que le pueden dar; la libertad de sus presos. Les pediría que esta vez evitasen los falsos nombres y el indecente espectáculo de intentar vendernos de nuevo una ETA buena. Las tragaderas de los españoles tienen un límite.
Teresa Jiménez-Becerril
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