A continuación, reproducimos un homenaje en memoria de Ramón Baglieto de Pilar Díaz, víctima del terrorismo, publicado en la Revista VCT.

Ramón Baglieto nació en Éibar, pero vivía en Azcoitia con su esposa Pilar y sus dos hijos.

Todos en el pueblo conocían a Ramón porque además de haber sido teniente de alcalde y haber sido uno de los fundadores de UCD en Vascongadas, le salvó la vida a un niño en un acto heroico que pudo costarle la vida.

En el pueblo, la vida de Ramón estaba dedicada al trabajo, su familia y los amigos. Le encantaba su trabajo de rotulista y decorador de interiores, quienes han conocido a Ramón dicen que siempre fue un artista. Por la tarde, cuando llegaba a casa después de trabajar, le encantaba jugar con sus hijos y dibujar con ellos. Tanto era así, que su esposa Pilar, al día siguiente, se encontraba la mesa del comedor llena de dibujos.

Si alguna vez tenía que salir de viaje por motivos de su cargo o de su trabajo, siempre encontraba un momento para comprar algún regalo que llevarle a su esposa, y si no podía porque el tiempo apremiaba, compraba unas chocolatinas en alguna pastelería de la zona. Ramón tenía una cuadrilla de amigos con los que iba a chiquitear (tomar vasitos pequeños de vino que son conocidos como chiquitos de vino), pero de todos sus amigos, José Larrañaga Arenas era el más querido para Ramón. Siempre iban juntos a todas partes y por ello les llamaban el dúo dinámico.

José Larrañaga Arenas, además de ser el mejor amigo de Ramón, era el juez de paz de Azcoitia. Los etarras asesinos cometieron tres atentados contra la persona de José. En el primer atentado José salió ileso. En el segundo, Ramón acababa de despedirse de José y se disponía a entrar a casa cuando escuchó los disparos y salió corriendo escaleras abajo, al avanzar unos metros calle arriba, encontró el cuerpo de su amigo José desangrándose en la acera de la calle. Tenía muy dañado un pulmón pero se sobrepuso. Estaba tan amenazado por ETA que se tuvo que habilitar la última planta del Gobierno Civil de San Sebastián (Guipúzcoa) para que pudiera recuperarse de las secuelas de los disparos etarras.

Recuerdo con mucho cariño cuando mi padre trabajaba en el Gobierno Civil. En una de las entradas estaba la Policía Nacional y en la otra la Guardia Civil, pero en su interior todos trabajaban juntos defendiendo España y protegiendo a los españoles de bien. Pasé muchos días con papá allí.

Ramón y su familia fueron a visitar a José al Gobierno Civil. Pasaron la tarde juntos con la alegría de ver cómo José se iba recuperando de forma satisfactoria. Se despidieron de José sobre las 21:00 horas.

A esa misma hora del día siguiente Ramón era asesinado por los etarras cuando caminaba por las calles de Azcoitia de vuelta a su casa, siendo uno de sus asesinos etarras el niño al que Ramón había salvado la vida años atrás. A Ramón Baglieto le encantaban las tertulias, comilonas y reuniones con familiares y amigos que su esposa organizaba en casa.

El carácter jovial y divertido de Ramón sorprendía siempre a todos, contaba chistes raros que sólo entendía él, pero que hacían reír a todos. Son los famosos chistes “made in Baglieto”.

Otra de las peculiaridades de Ramón era su incorregible impuntualidad que se acababa convirtiendo en risas para todos porque siempre tenía alguna historia rocambolesca y divertida que justificaba sus retrasos y que hacía imposible que las personas se enfadaran con él.  En Navidad, Ramón y su cuñada Ma  de los Ángeles, deleitaban a todos  cantando habaneras.  Después del asesinato de Ramón, su amigo José Larrañaga tuvo que irse, en contra de su voluntad, a vivir a Logroño por cortesía de sus vecinos etarras y los cobardes que miran para otro lado.

Cinco años después, el mejor amigo de Ramón volvió a Azcoitia el día de Nochevieja, y cuando se disponía a regresar a casa para cenar en familia, los matones de ETA le estaban esperando y ésta vez le vaciaron los cargadores de sus pistolas, abandonando su cuerpo acribillado a balazos en el suelo de la calle.

Ahora Pilar Elías, la esposa de Ramón, tiene debajo de su casa una cristalería. Hasta aquí todo bien, si no fuera porque el propietario de dicho negocio es uno de los asesinos de su marido. Es aquel niño al que Ramón salvó la vida y que cuando dejó de ser niño se convirtió en asesino de la persona que le había salvado.

Desde que ETA mató a papá, siempre he sentido mucha vergüenza cuando me preguntaban de dónde era, o dónde había nacido, y he de confesar que después de haber conocido a personas como Ramón Baglieto, José Larrañaga, Pilar Elías, Gregorio Ordóñez, María San Gil, Montse Canive,… y algunos otros vascos más, cuando me preguntan de dónde soy o dónde he nacido, todavía siento vergüenza en un primer momento, pero después, me acuerdo de estos paisanos valientes y ellos consiguen que mi vergüenza se transforme en orgullo.

Pilar Díaz
Víctima del terrorismo