Reproducidos a continuación la carta de Félix Jacinto Alonso, que nos ha hecho llegar a través de la sección Cartas del lector. Recordamos que para participar, pueden enviar sus artículos pinchando aquí y los sábados y domingos publicaremos las más destacadas.

Hace tiempo me despertaba sin necesidad del reloj. Había adquirido la costumbre de levantarme a las 05’50 horas: ‘¡Perfecto para oír las primeras noticias de cada cadena y tres series de abdominales!’ Incluso encender el ordenador y ver incidentes ocurridos mientras dormía.’

Llevábamos una semana preparando el primer viaje de trabajo: evaluación empresarial. Miré el correo antes del desayuno. Las mejores ideas ocurren en dos etapas: ayuno y nocturnidad. Esa noche no.

Preparé la mochila: comida, libro, mp-3, pendrive, agua,…los útiles del trabajador residente en el universo periférico madrileño. Salí a la calle y fui al transporte público. Tuve que apretar el paso porque estaba a punto de arrancar: lo logré.

Me senté junto al pasillo. Acomodé la mochila, encendí el mp3 y saqué el libro: comenzaba el viaje de todos los días, de toda la vida.

Era jueves y en 10′ cerré el libro sobre la rodilla: los ojos se me apagaban. Me rendí.

Después oí el pitido de las puertas. Movimiento brusco de atrás hacia adelante y olor a plástico quemado…no, es pólvora.

Abrí los ojos. Había muerto mi vida y nacido para seguir viviendo muerto: 07’38 h. de la mañana. Estación RENFE de Santa Eugenia. Madrid. España.

Félix Jacinto Alonso