JOSÉ MARTÍNEZ PARENS asesinado el 30 de mayo de 1985 en Marquina.

ALFREDO AGUIRRE BELASCOÁIN asesinado el 30 de mayo de 1985 en Pamplona

FRANCISCO MIGUEL SÁNCHEZ asesinado el 30 de mayo de 1985 en Pamplona

BONIFACIO MARTÍN HERNANDO asesinado el 30 de mayo de 2003 en Sangüesa

JULIÁN EMBID LUNA asesinado el 30 de mayo de 2003 en Sangüesa

A las seis y media de la tarde del 30 de mayo de 1985 la banda terrorista ETA asesina en Marquina (Vizcaya) de un tiro en la nuca a JOSÉ MARTÍNEZ PARENS, jefe de personal de la fábrica de armas Esperanza y Cía.

Esa tarde, y una vez que finalizó su jornada laboral, José tomó unos chiquitos con sus amigos en el Bar Dantzari de Marquina. De ahí se dirigió al Bar Enda, junto a su domicilio. Cuando se disponía a entrar en el local, dos terroristas abordaron a la víctima en plena calle y uno de ellos efectuó un solo disparo de pistola, con un proyectil 9 milímetros parabellum, marca FN, fabricado en 1978. El proyectil, que penetró por la nuca, atravesó la cabeza de José saliendo por uno de su ojos.

 

José Martínez Parens era natural de Hellín (Albacete) y llevaba trece años viviendo en Marquina, adonde llegó procedente de Benidorm (Alicante). Tenía 32 años y estaba casado con Coro Arrieta Arrillaga, natural de Marquina. El matrimonio tenía dos hijas de 9 y 2 años en el momento en que su padre fue asesinado.

Apenas tres horas después, en torno a las 21:40 horas de ese 30 de mayo de 1985, un niño de 13 años, ALFREDO AGUIRRE BELASCOÁIN, y el policía nacional FRANCISCO MIGUEL SÁNCHEZ, son asesinados en Pamplona al hacer explosión un artefacto preparado contra la Policía Nacional. En el mismo atentado también sufrieron heridas de gravedad otros tres policías nacionales: Manuel Tello Barranco, Alfonso Quintá Expósito y Manuel Barrigas Villar.

Poco antes de las nueve y media de la noche se recibió una llamada de auxilio en el 091 de Pamplona para que fuesen cuanto antes al número 16 de la Bajada de Javier, como se conoce en Pamplona a la calle Bajada de San Francisco Javier. Al parecer, y según esa llamada, un drogadicto estaba pegando a su madre. El comunicante urgió a que fuesen cuanto antes, porque la iba a matar. Cuando llegaron los dos coches zeta de la Policía Nacional al casco viejo, hizo explosión una bomba colocada en una bolsa de basura junto a una farmacia.

 

 

 

Alfredo Aguirre Belascoáin tenía 13 años y era hijo de un empleado de banca, Luis Aguirre, y de María del Carmen Belascoáin Tabar. Nacido en Pamplona, Alfredo era el segundo de dos hermanos, un niño rubio y de complexión deportista. Estudiaba séptimo de EGB en los Jesuitas de Pamplona y, aunque no era buen estudiante, sí destacaba en los deportes.

Francisco Miguel Sánchez, de 32 años, casado y con dos hijos de corta edad, era natural de Villaverde del Río (Sevilla).

El viernes 30 de mayo de 2003, la banda terrorista ETA asesinaba en Sangüesa (Navarra) a los policías nacionales BONIFACIO MARTÍN HERNANDO y JULIÁN EMBID LUNA.

El atentado se produjo en torno a las doce y media de la tarde en la céntrica plaza de Santo Domingo en Sangüesa. Hasta ahí habían acudido, a primera hora de la mañana, tres policías nacionales para facilitar a los vecinos de la localidad la renovación del DNI. Para que los vecinos pudieran pedir cita, la visita era anunciada públicamente con días de antelación en el Ayuntamiento. Tras aparcar su coche en la plaza de Santo Domingo  los tres agentes trabajaron durante toda la mañana en la Casa de Cultura, situada a escasos metros del vehículo. Ahí estuvieron atendiendo al público hasta pasado el mediodía. Al terminar su trabajo, volvieron a la plaza y entraron en el vehículo para regresar a Pamplona. Al accionar el contacto, estalló una potente bomba-lapa que los terroristas habían adosado en los bajos. El artefacto consistía en una fiambrera con unos tres kilos de dinamita de tipo Titadyn.

 

 

Bonifacio Martín Hernando, de 58 años, era natural de Sanchorreja (Ávila), donde pasaba largas temporadas y donde sus paisanos le recordaban como una persona «buenísima, bromista y muy querido». Estaba casado con Carmen y tenía dos hijas, Leticia y Ana, de 25 y 24 años. Ingresó en el Cuerpo Nacional de Policía en 1971 y, desde 1974, estaba destinado en Pamplona.

Julián Embid Luna, de 53 años, era de Sabiñán (Zaragoza). Estaba casado y tenía dos hijos. Destinado en Pamplona desde 1983, había ingresado en el Cuerpo Nacional de Policía en 1974. Residía en la localidad de Cizur Mayor (Pamplona) y en el momento de su asesinato, igual que Bonifacio, trabajaba en la Brigada de Extranjería y Documentación.