JUAN COSTAS OTAMENDI asesinado el 27 de marzo de 1981 en Tolosa.

ANIANO SUTIL PELAYO asesinado el 27 de marzo de 1983 en San Sebastián.

ANTONIO GONZÁLEZ HERRERA asesinado el 27 de marzo de 1987 en Barcelona.

LUIS AZCÁRRAGA PÉREZ-CABALLERO asesinado el 27 de marzo de 1988 en Salvatierra.

JOSE RAMON MUÑOZ FERNANDEZ, asesinado por los GRAPO en Zaragoza el 27 de Marzo de 1.990

 

En la madrugada del 27 de marzo de 1981, varios terroristas de ETA asesinaban de un tiro en la nuca, en una zona deshabitada de la localidad guipuzcoana de Tolosa, a JUAN COSTAS OTAMENDI, después de haberle secuestrado y atado con cadenas.

Juan Costas Otamendi, de 32 años, estaba casado y tenía una hija de 9 años. Era albañil de profesión y, siendo niño, vivió en caseríos, por lo que hablaba perfectamente el euskera. Posteriormente, cuando era un adolescente, se afincó en Tolosa. La banda terrorista y su entorno intentaron manchar la memoria y el buen nombre de Juan, como hicieron tantas otras veces con otras víctimas, lanzando infundios y mentiras sobre él.A las dos de la madrugada del 27 de marzo de 1983 es asesinado en San Sebastián

ANIANO SUTIL PELAYO, Tedax de la Policía Nacional. Junto a su compañero, el cabo Juan Manuel Martínez Aguiriano, intentaba desactivar una bomba colocada por ETA junto al comercio Portobello del barrio donostiarra de Gros.

Aniano Sutil Pelayo tenía 26 años y era natural de La Hiniesta (Zamora) al igual que su mujer. Dejó viuda a Chelo, con 23 años, y una hija, Tania, de 3 años.

A las 13:20 horas del 27 de marzo de 1987, el guardia civil ANTONIO GONZÁLEZ HERRERA resultaba muerto, y otras 18 personas, cuatro agentes y catorce viandantes que pasaban por ahí, sufrieron heridas de diversa consideración, por la explosión de un coche-bomba colocado por ETA en una de las entradas del puerto de Barcelona.

Antonio González Herrera era de Ciudad Real y tenía 27 años. Ingresó en la Guardia Civil en 1981, siguiendo los pasos de su padre, también agente de la Benemérita. Fue destinado a Barcelona en agosto de 1986, siete meses antes del atentado. Anteriormente, sirvió durante cinco años en los GAR (Grupo de Acción Rural) en Logroño y el País Vasco. Estaba casado desde hacía tres meses con María Nieves Bajo.

A las 13:30 horas del 27 de marzo de 1988, ETA asesinaba a tiros en Salvatierra (Alava), al general retirado LUIS AZCÁRRAGA PÉREZ-CABALLERO. El asesinato se produjo cuando el general abandonaba con su esposa y varios hijos y nietos la Iglesia parroquial de Santa María, después de asistir a los oficios religiosos del Domingo de Ramos. Dos pistoleros de ETA se acercaron al militar y efectuaron cuatro disparos a quemarropa. Seguidamente lo remataron con un tiro más en la sien.

Luis Azcárraga Pérez-Caballero, de 81 años, perteneció al Cuerpo de Ingenieros Aeronáuticos. Natural de Asparrena (Álava) era tío abuelo de Joseba Azcárraga, diputado de Eusko Alkartasuna y uno de los impulsores, desde su etapa como senador del PNV, del proceso de reinserción social de antiguos etarras. El general Azcárraga estaba casado y tenía tres hijos. Residía habitualmente en Madrid, pero pasaba períodos de vacaciones en Salvatierra, donde vivía parte de su familia.

 

La tarde del 27 de marzo de 1990, un hombre y una mujer de los GRAPO entraron a la sala de espera de la consulta privada del doctor José Ramón Muñoz Fernández, en Zaragoza. Hacia las 18.15 horas, cuando salió el último paciente del despacho, los terroristas se plantaron frente al médico y le descerrajaron tres tiros. Las balas atravesaron su cabeza y su pecho, y el facultativo murió en el acto. Los autores del asesinato fueron condenados a prisión por el crimen.

José Ramón Muñoz Fernández, casado y con tres hijos, era el jefe de medicina interna del hospital Miguel Servet. Meses atrás, se había manifestado contrario a mantener ingresados, pero sin poder atender como él consideraba correcto, a unos miembros de los GRAPO que se hallaban en huelga de hambre. El médico llegó a presentar un recurso ante el juez de vigilancia penitenciaria, que se había opuesto a la alimentación forzosa mientras los presos mantuvieran la consciencia. La Audiencia Provincial de Zaragoza autorizó la administración del sustento y José Ramón Muñoz salvó sus vidas.