Reproducidos a continuación la carta de Fernando Arias, que nos ha hecho llegar a través de la sección Cartas del lector. Recordamos que para participar, pueden enviar sus artículos pinchando aquí y los sábados y domingos publicaremos las más destacadas.

Hoy voy a dejar aparte cualquier tratamiento político, quiero centrarme en la parte humana de este colectivo, las víctimas.

Desde que tuve mi primer contacto con una víctima, hace ya algunos años, me di cuenta de su fuerza. Hay gente de diferente nivel social, aunque en su gran mayoría es gente corriente, a los cuales unos asesinos han unido. Un enlace que ninguno de ellos hubiera querido, pero del cual no se pueden desligar.

Son historias desgarradoras, que según las vas conociendo, te hacen replantearte muchas ideas de las que tenías. Su carácter no te hará descubrir su sufrimiento, eso se lo notas en la mirada, pero si verás a alguien que se dejara el último aliento en reclamar justicia.

Personas que en muchos casos han tenido muy pocas ayudas del Estado y han sido capaces de salir adelante por su fuerza y determinación. Han recorrido cientos de kilómetros para estar en un acto, noches sin dormir, diversos trabajos para preparar manifestaciones y concentraciones, se han jugado su patrimonio por la causa y nunca los oirás una queja por ello.

Víctimas directas y familiares me han demostrado, sin pretenderlo, con sus actos, dolor y sufrimiento, pero a la vez todo el vigor que derrochan en su lucha en busca de la justicia. No buscan venganza, como muchos se atreven a calificar, solo reclaman un derecho que les acoge.

Tengo la suerte y el honor de haber tratado con algunas de ellas y en algún caso tener a gala su amistad y les puedo asegurar que no he tenido experiencia más enriquecedora, me han aportado un punto de vista de la vida que antes desconocía.

Víctimas que no han buscado una revancha, que no piden venganza, que no pretenden la Ley de Talión, que solamente reclaman: Memoria, Dignidad y Justicia.