Reproducidos a continuación la carta de Fina Millán-Hita, que nos ha hecho llegar a través de la sección Cartas del lector sobre la discriminación de los discapacitados en el aborto y en solidaridad con la vida. Recordamos que para participar, pueden enviar sus artículos pinchando aquí y los sábados y domingos publicaremos las más destacadas.

Señor Director:

He leído con tristeza el comentario con que Óscar Puente, portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Valladolid por la dignidad de la vida humana, llama «hijos deformes» a los bebés que nacerán con alguna discapacidad. Aparte de una simplicidad, esos «hijos deformes», como él los llama en su canal de Twitter, (“el PP recorta miles de millones en dependencia y nos obliga a tener hijos deformes”), son seres humanos con una dignidad intrínseca. En este punto puede ayudarnos recordar que la Convención Internacional sobre Derechos de las Personas con Discapacidad rechaza expresamente el aborto por razones de enfermedad o discapacidad y que España fue conminada en 2011 a cumplir este acuerdo.

Es inaudito que un representante democrático, en pleno siglo XXI, recurra a un lenguaje cruel e inmisericorde para defender el aborto, y se permita calificar como «hijos deformes» a aquellos que, según su “inapelable” opinión, no merecen vivir, cosa propia de regímenes totalitarios.

Hasta cierto punto puedo comprenden el terror que la sociedad actual – egoista y superficial – tiene a lo que pudiera exigirle una mayor generosidad; Conozco la aversión que siente el hombre moderno – sin puntos de referencia para su vida, excepto el placer y su propio bienestar – a que algún proyecto de su vida no salga como había previsto y soñado. Ninguna de estas causas son eximentes para despreciar a las personas con discapacidad «congénita», pues de seguir ese itinerario, también se defendería, en un futuro no muy lejano, el aniquilamiento de aquellos que lo sean por accidente.

Todos tenemos la suficiente experiencia para poder afirmar que la física no es la única discapacidad o deformidad que un ser humano pueda sufrir; La más abundante y peligrosa – por desgracia –, es la deformidad interior, del corazón, de muchos contemporáneos nuestros, incapaces de sentir piedad por los más débiles.

Atentamente,

Fina Millán-Hita
Barcelona